En la Edad Media, hombre letrado y de estudios escolásticos, aunque no tuviese orden alguna, en oposición al indocto y especialmente al que no sabía latín. Por extensión, en general, el sabio aunque fuese pagano.[1]
Clérigos menores: Orden de clérigos regulares establecida en Nápoles el año 1588 por Juan Agustín Adorno, caballero genovés, junto con San Francisco Caracciolo.[1]