Ir al contenido

Marco Atilio Régulo

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 16:03 17 mar 2016 por Romulanus (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.
Marco Atilio Régulo

Senador Romano
Cónsul de Roma en dos ocasiones

Información personal
Nacimiento c. 299 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Sora (Italia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento c. 246 a. C. o c. 250 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Cartago (Estado púnico) Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Politeísta
Familia
Cónyuge Marcia
Hijos
Información profesional
Ocupación Político y Militar

Marco Atilio Régulo (en latín, Marcus Atilius Regulus; m. 250 a. C.) fue un general romano de origen plebeyo, cónsul en dos ocasiones: 267 a. C. y 256 a. C.

Primer consulado

Durante su primer mandato consular, en 267 a. C., derrotó a los salentinos y capturó Brundisium (hoy Bríndisi). Fruto de esta victoria, obtuvo el honor de un triunfo.[1]

Segundo consulado

Batalla del cabo Ecnomo

Once años después, en el año 256 a. C. durante el noveno año de la Primera Guerra Púnica, fue cónsul por segunda vez, teniendo a Lucio Manlio Vulsón Longo de colega, y elegido en el lugar de Quinto Cedicio que había muerto poco después de asumir la magistratura consular. Los romanos habían decidido hacer un enorme esfuerzo para concluirla. En consecuencia habían resuelto invadir África con una gran fuerza de trescientos treinta buques. Los dos cónsules embarcaron las legiones en Sicilia y se hicieron a la mar con el fin de cruzar a África.

La flota cartaginesa, bajo el mando de Amílcar y Hannón, los esperaba en Heraclea Minoa. Tan pronto los descubrieron a la altura del cabo Ecnomo, salieron a su encuentro. En la batalla que siguió, llamada batalla del cabo Ecnomo, los romanos salieron victoriosos. Perdieron sólo veinticuatro buques, mientras que destruyeron treinta de los buques del enemigo y tomaron sesenta y cuatro con todos sus tripulantes.

Desembarco en África y primeras acciones

El pasaje a África estaba despejado y la flota cartaginesa se apresuró a defender la capital. Los romanos, sin embargo, decidieron no navegar directamente hacia Cartago, sino desembarcar en la costa oriental, cerca de la ciudad de Clypea o Aspis, capturándola y estableciendo allí su cuartel general. Desde allí organizaron expediciones de saqueo por toda la campiña cartaginesa, recogiendo en ellas un importante botín. Cuando se aproximaba el invierno, el cónsul Manlio regresó a Roma por orden del Senado, mientras que Régulo permaneció en territorio púnico con el resto de las tropas para proseguir las operaciones.

Marco Atilio llevaba las operaciones con la mayor energía, a lo que había de sumar la incompetencia de los generales cartagineses. El enemigo había reunido una fuerza considerable que confió a tres comandantes: Asdrúbal, Bostar y Amílcar, pero estos generales evitaban las llanuras, donde su caballería y los elefantes les habrían dado ventaja sobre el ejército romano, y se retiraron a las montañas.

Batalla de Adís

En los montes cerca de Adís, los cartagineses fueron atacados por Régulo y derrotados con grandes pérdidas; 15 000 hombres se dice que habrían muerto en la batalla y 5000 hombres con dieciocho elefantes habrían sido capturados. Las tropas cartaginesas se retiraron dentro de las murallas de Cartago y Régulo ahora invadió el país sin oposición.

Numerosas ciudades cayeron en poder de los romanos, llegando Régulo a acercarse a una distancia de sólo veinte kilómetros de la capital. Para añadir angustia a los cartagineses, los númidas aprovecharon la oportunidad para rebelarse. Sus bandas errantes completaban la devastación del país. Los cartagineses, en su desesperación, enviaron a un emisario a Régulo solicitando la paz. Pero el general romano, que estaba embriagado con el éxito, sólo se las concedía en términos tan intolerables que los cartagineses decidieron continuar la guerra hasta las últimas consecuencias.

Derrota en los llanos del Bagradas

En medio de la angustia y alarma de los cartaginenses, la solución les llegó de un lugar inesperado. Entre los mercenarios griegos que acababan de llegar de Cartago, había un lacedemonio llamado Jantipo que parece que ya había adquirido alguna pequeña reputación militar, aunque su nombre no se menciona con anterioridad.

Él señaló a los cartagineses que su derrota se debió a la incompetencia de sus generales y no a la superioridad de las armas romanas. Con la confianza del pueblo, fue inmediatamente puesto a la cabeza de las tropas. Basándose en una caballería de 4000 jinetes y 100 elefantes, Jantipo marchó hacia campo abierto para hacer frente al enemigo y, aunque sus fuerzas eran muy inferiores en número a los romanos, derrotó completamente a Régulo en los llanos del río Bagradas. 30 000 legionaros romanos fueron muertos y apenas 2000 escaparon a Clypea. El mismo Régulo fue hecho prisionero junto con 500 romanos más. Este hecho aconteció en el año 255 a. C.[2]

Cautiverio y muerte

Régulo permaneció cautivo durante los siguientes cinco años hasta 250 a. C., cuando los cartagineses, después de su derrota en la batalla de Palermo, enviaron una embajada a Roma para solicitar la paz o, por lo menos, un intercambio de prisioneros. Permitieron que Régulo acompañara a los embajadores con la promesa de que podría regresar a Roma si sus propuestas eran aceptadas, pensando que él podría convencer a sus compatriotas sobre un acuerdo de un intercambio de prisioneros con el fin de obtener su propia libertad.

La embajada de Régulo es uno de los relatos más célebres de la historia romana. Los cronistas y poetas relatan que Régulo al principio se negó a entrar en la ciudad como un esclavo de los cartagineses; después, no quiso dar su opinión en el Senado, porque había cesado (debido a su cautiverio) de ser un miembro de este iluste órgano; finalmente, cuando sus compatriotas le permitieron hablar, trató de disuadir al Senado de aceptar una paz o incluso a un intercambio de prisioneros; y cuando los vio vacilantes, les dijo que los cartagineses le habían dado un veneno lento, que pronto pondría fin a su vida; y como, finalmente, el Senado negó aceptar la oferta de los cartagineses, se opuso firmemente a las opiniones de sus amigos de permanecer en Roma y regresó a Cartago en su condición de prisionero.

A su llegada a Cartago, se dice que fue condenado a muerte en medio de las torturas más atroces. Se relata que fue puesto en un cofre cubierto en el interior con clavos de hierro, donde pereció. Otros escritores afirman además, que después de que sus párpados hubieran sido cortados, fue arrojado primero a un cuarto oscuro y luego, de repente, expuesto a los rayos de un sol ardiente. Cuando la noticia de la muerte bárbara de Régulo llegó a Roma, el Senado se dice que dio Amílcar y Bostar, dos de los generales cartagineses presos, a la familia de Régulo para que se vengaran en ellos con crueles tormentos.[3]

Esta historia convirtió a Régulo en prototipo de la resistencia heroica, puesto de ejemplo para posteriores generaciones de romanos. Muchos historiadores dudan de su veracidad, al carecer de pruebas fidedignas (el mismo Polibio guarda silencio). Quizá se tratara de una historia inventada por analistas romanos para infundir moral a las tropas y alimentar el odio a Cartago, excusando así el cruel trato a los prisioneros cartagineses.

Referencias

  1. Eutrop. ii. 17; Flor. i. 20; Zonar. viii. 7; comp. Liv. Epit. 15.
  2. Polib. i. 26-34; Liv. Epit. 17, 18; Eutrop. oi. 21, 22; Oros. iv. 8; Zonar. VIII. 12, 13; Aurel. Vict. De Vir. III. 40.
  3. Liv. epit. 18; Gell. vi. 4; Diod. XXIV. p. 566, ed. Wesseling, Apia. Sic. 2, Pun. 4; Dion Cas. Fragm. p. 62, ed. Reimarus, p. 541, ed. Maii; Zonar. VIII. 15; Val. Máx. I. 1. § 14, IX. 2. ext. 1; Aurel. Vict. De Vir. III . 40; Flor. ii. 2; Cic. Off. iii. 26, pro Seat. 59, Cat. 20, en Pisón. 19, de Fin. v. 27, 29, et alibi;. Hor. Carm. iii. 5; Sil. Ital. vi. 299, & c.

Enlaces externos


Predecesor:
Publio Sempronio Sofo y Apio Claudio Craso Rufo
Cónsul de la República Romana
junto con Lucio Julio Libo

267 a. C.
Sucesor:
Décimo Junio Pera y Numerio Fabio Píctor
Predecesor:
Lucio Manlio Vulso Longo y Quinto Cedicio
Cónsul (sufecto) de la República Romana
junto con Lucio Manlio Vulso Longo

256 a. C.
Sucesor:
Servio Fulvio Petino Nobilior y Marco Emilio Paulo